Valentino presentó su colección Otoño 2025 en la Semana de la Moda de París con una propuesta en la que el exceso y la introspección se entrelazan. Alessandro Michele, director creativo de la maison, exploró el contraste entre lo público y lo privado, lo recatado y lo extravagante, en un desfile titulado Le Méta-Théâtre Des Intimités. Con capas superpuestas, accesorios descomunales y una estética maximalista que ya es su sello personal, Michele reinterpretó los códigos clásicos de Valentino en una colección que desafía las normas del vestir.
El escenario del desfile fue una declaración en sí misma: un set rojo brillante que recordaba los baños de un instituto, pero con un inquietante aire lyncheano. En una coreografía sincronizada, los modelos salieron de cubículos al mismo tiempo, caminaron la pasarela bajo luces intermitentes y volvieron a los espejos para retocarse, como si la presentación fuera un ritual de transformación.

La banda sonora, una mezcla de Gods & Monsters de Lana del Rey, acompañó una sucesión de prendas que oscilaron entre lo casual y lo glamuroso. Desde bodis de encaje y pañuelos estampados hasta vestidos de gala con lentejuelas, la colección navegó por todos los niveles del vestir. En algunos looks, la lencería se exhibía como parte del atuendo; en otros, los modelos estaban completamente cubiertos con gafas oscuras y balaclavas, reafirmando la idea de ocultar o revelar según la elección personal.

Michele describió su trabajo como “un espacio temporalmente autónomo, libre de normas, orgullosamente político por su capacidad de subvertir cualquier clasificación rígida y binaria”. Los accesorios jugaron un papel clave en esta narrativa: desde gafas de aviador hasta grandes sombreros estilo pillbox, pasando por abrigos holgados combinados con encaje rojo y vestidos de noche con estampados pop-art en rojo y negro.
Uno de los momentos más comentados del desfile fue un vestido de lentejuelas blancas con un rostro de gato en el pecho, así como la aparición de una modelo de mayor edad con un vestido de encaje completamente transparente, sin sujetador. El desfile también trajo de vuelta los estampados de leopardo, los volantes XL y los collares extragrandes, en una oda a la teatralidad del vestir.