Balenciaga ha vuelto a marcar la pauta en la Semana de la Moda de París con su colección Otoño 2025, una propuesta que destila la esencia de su director creativo pero desde un enfoque más sobrio y depurado. En un escenario laberíntico cubierto de cortinas negras, la firma presentó una colección que desafía los excesos habituales de la moda y apuesta por una estética deconstruida que juega con los límites de lo convencional.
El desfile arrancó con una serie de trajes de sastrería que, bajo la mirada de Demna, adoptaron proporciones exageradas, arrugas intencionales y detalles aparentemente desgastados. La colección continuó con abrigos oversize, denim tratado con resina para fijar su efecto arrugado y prendas de punto voluminosas que rozaban la estética distópica. Cada look parecía extraído de un futuro post-apocalíptico donde la elegancia se funde con la funcionalidad.
Los accesorios también fueron clave en la narrativa del desfile. Relojes sin esfera, anillos y pendientes sin piedras, y sudaderas con la palabra «luxury» bordada en cachemira hicieron un guiño a la obsesión contemporánea por las marcas y la opulencia. Además, la esperada colaboración con Puma debutó en la pasarela con chándales, bolsos y prendas deportivas reinterpretadas con la estética vanguardista de Balenciaga.
«Hoy en día, la moda necesita urgencia», declaró Demna tras el show. «Es fácil hacer arte inusable, pero el verdadero reto está en redefinir los códigos del vestir sin perder la esencia». Su colección Otoño 2025 demuestra que la moda no necesita excesos para generar impacto: a veces, la mayor provocación está en lo esencial.