Colapsar el epicentro de una de las capitales del mundo de la moda es una hazaña propia de los grandes del sector. El caso de Donatella Versace es especial, ella ofrece espectáculo dentro y fuera de su desfile. Célebres son los pases de sus modelos sobre la pasarela, la llegada y salida de las mismas es seguida por paparazzis, curiosos y fans que se agolpan en las inmediaciones de la localización del desfile para ver a sus estrellas.
La plaza sobre la que se erige la bolsa italiana en Milán fue testigo de la histeria colectiva por el casting de modelos de Donatella. Esta vez la diseñadora volvió a llevar hasta Milán a varias generaciones de modelos. Kendall Jenner, las hermanas Hadid, Irina Shayk, Kaia Gerber, Shalom Harlow y Stephanie Seymour, entre muchas otras, compusieron el casting de tops que se robaron el show.
La plaza sobre la que se erige la bolsa italiana en Milán fue testigo de la histeria colectiva por el casting de modelos de Donatella que paralizó el centro de Milán.
Dentro, el desfile mostró el adn de la firma italiana, los imperdibles daban las pistas de una colección que en palabras de su diseñadora confirman que lo imperfecto es la nueva perfección en el universo Versace.
Color, estampado y patrones arriesgados se sucedían uno tras otros, el estilo grunge de los 90 tomaba acto de presencia ante la atenta mirada de influencers y directores Vogue, entre los que estaba Edward Enninful a quien la diseñadora agasajó con una fiesta privada con motivo de su cumpleaños.
