Dos años después del estallido de la pandemia parece ser que ahora empezamos a recobrar parte de nuestra vida tal y como la conocíamos antes.
La “nueva normalidad” llega con nuevos planes que tienen por objetivo ayudarnos a recuperar el tiempo perdido y a disfrutar de nuestro presente actual. Esa denominada «nueva normalidad» viene con nuevos hábitos y costumbres que inciden directamente en nuestro comportamiento.
Viajar, cambiar de trabajo, dedicarnos más tiempo o mejorar nuestra apariencia física son algunas de las nuevas necesidades que aparecen como prioritarias. En el caso de la apariencia física, las clínicas de cirugía estética están experimentando un aumento en las consultas que buscan asesoramiento en distintas intervenciones como la abdominoplastia o el aumento de pecho.
Si nos ponemos a analizar a otros sectores específicos, del confinamiento estricto hemos salido con un entorno que ha cambiado. Por citar algunos ejemplos, en la industria de la moda vemos cómo las compras por Internet se han disparado alcanzando resultados millonarios en algunas de las enseñas más importantes de nuestro país. Asimismo, las empresas del sector ven como la digitalización se ha acelerado, el canal digital ha sido sin duda el gran beneficiado de esta situación que a su vez ha generado la aparición de nuevos modelos de negocio.
Siguiendo esa tendencia, otros de los cambios significativos lo encontramos en el auge de aplicaciones que nos lo ponen fácil a la hora de conseguir información relevante para seleccionar lo que comemos, y ofreciéndonos servicios personalizados de dietética y una detallada rutina de fitness.
En la industria de la alimentación han llegado, también para quedarse, los productos orgánicos. Estos productos se desarrollan bajo los conceptos de sostenibilidad, y conquistan el mercado por qué se posicionan como la mejor opción en alimentación. Se trata de alternativas que a su vez nos ayudarán a mantener de forma diaria una correcta nutrición que inciden positivamente en nuestra salud y bienestar físico.
En este contexto, la nueva normalidad va de eso precisamente: de bienestar físico. En lo relativo al sector de la belleza vemos un aumento en el consumo de productos de cosmética, y de igual modo las intervenciones de cirugías estéticas viven su particular época dorada.
Al igual que ocurre en la industria de la moda o la belleza, las clínicas de cirugía estética se adaptan a las demandas del consumidor que acude a sus consultas para mejorar aspectos de su apariencia física. La digitalización también irrumpe con fuerza en este sector, y se desarrollan vídeo consultas, o el uso de la simulación en 3D para avanzarse a los resultados.
Entre las intervenciones más demandadas para el público femenino encontramos el aumento de pecho, el uso de relleno para labios y otras zonas del rostro, la cirugía de párpados, el lipofilling facial, la rinoplastia y la liposucción.
Es precisamente esta última la que más adeptos está teniendo entre el público masculino, y a su vez la abdominoplastia con marcación que requiere de una tecnología médica más avanzada, y cuyos efectos son más duraderos en el tiempo.
Finalmente, una de las intervenciones estéticas más demandadas entre el género masculino son los implantes de prótesis capilares personalizadas, que a diferencia de los injertos capilares no son dolorosas, permiten el diseño de una cabellera más natural y poblada, y son normalmente indetectables.