PRESENTACIÓN
Edad: 32 años
Lugar de nacimiento: Madrid
Su carrera profesional estaba enfocada hacía el mundo del Derecho y la Administración de Empresas, siendo becada por una de las mejores Universidades del mundo: Harvard.
Sin embargo, una enfermedad hizo que su vida diése un cambio radical, creando un perfil en Instagram y subiendo sus looks convirtiéndose en una de las influencers y emprendedoras de éxito del panorama nacional.
Natalia, gestiona su propia firma de ropa, Glowrias ubicada en la milla de oro de Madrid, cuya marca es el resultado de la pasión que esta influencer siente por el mundo de la moda desde bien pequeña. Glowrias se diferencia del resto de marcas por ser una marca rompedora, ofreciéndote looks ideales para el día a día o prendas para esa ocasión especial.
Cuenta de Instagram: @nataliaosona
ENTREVISTA:
- De abogada a influencer, ¿por qué tomaste está decisión?
La verdad es que me había preparado toda mi vida para ser jurista, pero mi vida dio un vuelco de 180 grados y por causa de una enfermedad me cambió totalmente el rumbo. Diría que el paso fue de abogada a emprendedora, ya que a causa de la enfermedad nació mi empresa. De todas formas, estoy totalmente agradecida de que haya sido así, porque ahora a lo que me dedico, siento que hay una gran creatividad y resulta ciertamente muy gratificante.
- Con un 1 millón de seguidores en Instagram, ¿cómo se gestiona esta situación? o ¿cómo te sientes al respecto?
Tener una comunidad tan grande puede llegar a dar un poco de vértigo, siendo sincera, porque al final es una responsabilidad y hay que tomarlo como lo que es. Al final mi comunidad quiere verme a mí, quiere saber cómo soy y he de mostrarme de la forma más natural posible. Esto por supuesto, tiene sus pros y sus contras porque no dejas de estar constantemente expuesta a las opiniones de los demás y esto a veces no es sencillo de gestionar. Somos como portavoces, casi como si fuéramos un medio de comunicación muy personal y para llevarlo de la mejor manera posible, hay que tener mucha templanza y sobre todo mucha psicología.
- ¿Es posible hacerse un hueco en el mundo de las redes hoy en día? O ¿hay mucha competencia?
Las redes sociales no son algo limitado, yo creo que hay hueco para todos. Pero lo primordial para mí es la honestidad, todo debe partir de la naturalidad para generar el contenido más orgánico posible.
Creo que cuando lo que se muestra es genuino y real, siempre habrá un público detrás interesado en seguirte y conocer más de ti.
- ¿Qué fue lo que te llevó a emprender tu propio negocio?
Glowrias nació en 2014, comenzó un poco como una distracción a la dura realidad que estaba viviendo, estaba pasando por una enfermedad en la que casi no podía moverme de la cama. Al principio, comencé comprando una pequeña colección de ropa al por mayor, con los ahorros de toda mi vida, que no eran más de 2000€ y abrí un perfil de Instagram donde enseñaba cómo quedaba la ropa y la vendía. Para mi sorpresa, gustó mucho y se vendió más rápido de lo que esperaba. A las pocas semanas de empezar, mi novio, Diego, me ayudó a crear una web como plataforma para vender online, ya que antes lo hacíamos por Instagram y complicaba mucho el proceso.
Los seguidores en mi cuenta de Instagram, que por aquel entonces era la cuenta de la marca, donde yo posaba con la ropa, se multiplicaban y crecíamos exponencialmente tanto en seguidores como en ventas. Todo lo que ganaba, lo reinvertía en la empresa para poder crecer. Hasta el punto de reinvertir todos los ahorros de los primeros 2 años en abrir nuestra primera tienda física en una de las calles más prestigiosas de Madrid: C/ Claudio Coello 113. Fue un esfuerzo increíble, muchísima inversión e ilusión, de hecho, fue un ALL IN, tenía dos opciones: o que saliera mal e irnos a pique, o que saliera bien y despegar como un cohete.
- ¿Qué es Glowrias y cómo lo definirías?
Glowrias es el fruto de muchísimo esfuerzo. Diría que se ha convertido en una forma de vivir y de ser. Son ganas de verte y sentirte bien para todos.
Es una empresa que da de comer a 30 familias afincada en Madrid y que no deja de crecer.
- ¿En qué punto se encuentra ahora mismo tu marca?
Ahora se encuentra en un momento de ¡Glowria! Jaja.
Expandiéndonos y creciendo cada día un poco más. Con muchas ganas de poder transmitir nuestra filosofía y moda a todo el mundo.
- ¿Cómo seleccionas los materiales y proveedores para la ropa y qué criterios usas para asegurarse de que sean de alta calidad y sostenibles?
Desde que vivo en París encuentro inspiración en cada esquina. Seleccionamos cuidadosamente las telas y tejidos para que seas cómodos, la gente se vea y se sienta bien y estén siempre a la moda.
La viscosa es uno de los materiales más presentes en la producción de nuestras prendas. Por el momento no podríamos considerarnos una marca sostenible, pero es un camino que nos gustaría conseguir en un futuro.
- ¿Cómo ha sido el proceso de buscar un equipo que se adapte a los valores de tu marca?
Como todo proceso ha sido algo bastante lento y paulatino, pero dando pasos firmes y seguros. Soy de las que piensa que es importante rodearse de personas que acompañen una misma línea de pensamiento, pero sobre todo las mismas ganas de crecer. Es muy importante que sean personas de confianza y eso lleva tiempo.
- ¿Crees que las redes sociales ayudan a visualizar la imagen de un negocio?
Si totalmente, las redes sociales son un mostrador, como yo siempre digo. Una manera de que el mundo vea lo que haces en todo momento y desde cualquier lugar.
No en vano, hoy en día se abren empresas 100% a través de las redes sin tiendas físicas y les va de maravilla. Es una base en la que poder sostener un negocio.
- ¿Es verdad que existe mucho odio en este tipo de redes? ¿Cómo se gestionan estas situaciones?
Existen muchas, muchas partes negativas que nadie ve. Por ejemplo, el estar siempre en el punto de mira y ser juzgada absolutamente por todo y tener que soportar todos los días esto, es complicado. A veces pierdes la perspectiva, no sabes muy bien cómo ajustar la balanza de ser tú y contentar a una comunidad de 1 millón de personas. Esto es francamente difícil, bueno, más bien es un reto inalcanzable.