Conocido como ‘Casa Dolors Vidal de Sagnier’, en honor a su esposa, el edificio se construyó en 1892 como vivienda familiar y estudio del arquitecto Enric Sagnier i Villavecchia, algo que ha querido reflejarse en el actual hotel boutique Casa Sagnier, cuyas estancias recuerdan a una casa en la que conviven descanso, trabajo y reuniones con amigos.
El edificio se ubica en Barcelona, en la esquina entre Rambla Catalunya y el Passatge de la Concepció, uno de los enclaves más icónicos del Eixample. Tras muchos años de uso como conjunto de viviendas, el edificio se convirtió en hotel en el año 2008, restaurándose en 2021 para recuperar su carácter original dando lugar al actual Hotel Casa Sagnier, un establecimiento donde el lujo discreto es el protagonista.
El estudio de arquitectura y diseño Turull-Sørensen aborda el proyecto con el encargo por parte de la familia Pérez-Sala de crear un hotel distinguido, elegante, sin estridencias, que encarnase lo mejor de los valores de la ciudad y que rindiera tributo al propio Sagnier, con guiños directos a su profesión y a su manera de hacer.
El reto de diseño se ha centrado en interpretar la mezcla de tiempos: mirar al pasado, estudiarlo y comprender todas las vinculaciones históricas del edificio a su contexto espacio-tiempo, así como la figura del propio Sagnier; mantenerse en el presente, diseñando en el ahora para un público real; mirar al futuro y construir para que el nuevo hotel aguante y supere con solvencia el paso de los años
En palabras del arquitecto Federico Turull, quien ha dirigido la obra de reforma: “no se trataba de imitar lo que Sagnier hubiera hecho hace 100 años, sino de afrontarlo con su mentalidad, la de un creador que dialoga con las diferentes épocas que ha vivido, vive y vivirá el edificio, sin pretender tener un estilo riguroso y marcado, sino moviéndose en los tiempos que le toca.”
A partir de esta actitud central se han definido una serie de soluciones de diseño para moverse en una contemporaneidad eterna, recreando ambientes de confort para un público amplio, y se ha dirigido una reforma de un modo generoso y abierto, dejando entrar a diferentes artesanos y artistas, como hubiera hecho el propio Sagnier.
El recorrido de este edificio emblemático puede iniciarse de dos modos. El primero por su entrada principal -desde Rambla Catalunya- con toldo “abullonado” en color azul índigo, desde donde se da paso a un primer hall con murales florales artesanales a ambos lados; tras la primera puerta deslizante automática se abre un espacio distribuidor con un trabajo mural, esta vez en yeso y también con motivos florales.
Este distribuidor organiza el restaurante Café de l’Arquitecte a la izquierda y un acogedor salón biblioteca a la derecha, donde también se sirven comidas y funciona como extensión del propio restaurante. Tras este distribuidor, otras puertas deslizantes automáticas dan la bienvenida al hotel, en una recepción resguardada.
El segundo acceso se abre desde el pasaje lateral -Passatge de la Concepció-, dando paso en primer lugar al restaurante Cafè de l’Arquitecte, y de ahí al distribuidor y posterior acceso a la recepción.
Precisamente, en su fachada al pasaje, Turull-Sørensen ha diseñado una carpintería metálica en negro en formato guillotina, que permiten abrirse en un mismo plano vertical y generan un espacio indoor-outdoor, conectando el restaurante Cafè de l’Arquitecte con el Passatge de la Concepció.
Como indica el propio Federico Turull, se trata de un proyecto coral dirigido: “Buscábamos un espacio inclusivo, generoso, también desde el punto de vista creativo, abierto a la intervención guiada de artesanos y artistas que sumen al proyecto, siempre bajo una dirección”. Una interesante relación entre la profesión del arquitecto y sus colaboradores, tratando al edificio con visión contemporánea y sin falsas nostalgias.
Una de las premisas del proyecto fue crear un espacio integrador, lejos de la opulencia, y que invitara al ciudadano a entrar en el restaurante, que está abierto desde el desayuno, con cocina abierta mediodía y noche y con servicio de coctelería; de hecho, los dos accesos al propio hotel se realizan pasando primero a través del restaurante o del distribuidor y se deja así al espacio de recepción en un segundo plano, más privado.
En esta recepción prima el juego de telas en diferentes texturas en tonos negros y destaca un mostrador realizado a medida mediante la unión de distintos muebles recuperados.
Entrando en detalles del restaurante Cafè de l’Arquitecte, cabe destacar que se trata de un espacio donde prima la sensación de confort y un estilo homy elevado. “Desde un principio se quiso transmitir la sensación de estar en una casa preparada para un momento especial, con la voluntad de que el cliente se sintiera el invitado”, subraya Federico Turull.
Se han generado distintos ambientes con mobiliario diferenciado. En este sentido, al fondo del salón con fachada al pasaje, se ha querido representar el espacio de trabajo de un arquitecto, con guiños a Enric Sagnier, con imágenes suyas a modo de exposición, pero también con elementos más contemporáneos.
En el otro salón interior, más parecido a una biblioteca, encontramos distintas escenas: desde las mesas que dan a la fachada acristalada con vistas a Rambla Catalunya, una agradable zona frente a la chimenea o una gran mesa y una alacena de madera al fondo.
El juego textil ha cobrado especial importancia, con bancadas realizadas a medida en tejidos aterciopelados de colores mostaza y verde, así como en los techos, con absorbentes acústicos de PET forrados con tela ignífuga. La sensación envolvente se enriquece por la presencia protagonista de la madera en gran parte del mobiliario.
En las habitaciones predomina un equilibrio bicolor de blanco y negro combinado con la madera. Todas las tipologías de habitación tienen en común la sensación de armonía sin estridencias, son confortables, con matices que enfatizan la relación con la arquitectura colindante a través de ventanas o galerías -tan típicas del Eixample- que nos conectan con Rambla Catalunya o con el Passatge de la Concepció, todas ellas calles representativas de Barcelona.
Entre las 51 habitaciones encontramos desde estancias pequeñas, donde se hace uso del textil para generar una sensación unificada de espacio-cama-dosel con cortinas que rodean la propia cama, hasta habitaciones de mayor tamaño, entre las que se cuentan las superiores, junior suites y gran suite, todas ellas con un interiorismo sobrio en el que la combinación de tejidos, maderas e iluminación cálida destila una elegancia que busca, sobre todo, una decoración que no sucumba a la fugacidad de las tendencias.
Algunas de ellas, además, cuentan con agradables terrazas con hamacas y duchas para disfrutar del clima Mediterráneo y las vistas a Rambla Catalunya.
Para completar todos los ambientes se ha contado con el asesoramiento de las interioristas Nuria Pérez-Sala y Estrella Salietti, y también, en una fase final, con el estilismo de la empresa Elefante -con Eva Balart y Juan Carballido al frente-, para dar vida a puntos concretos como estanterías o paredes, con ilustraciones, objetos, mapas u otros materiales que evocan el trabajo de un arquitecto.