La individualidad es el arte de entender que cada parcela, al igual que un vino, es un ingrediente único en los champagnes Krug. Año tras año, la Maison honra su savoir-faire invitando a su comunidad global de chefs de las Embajadas Krug a interpretar un único ingrediente, creando recetas inesperadas para maridar con una copa de Krug Grande Cuvée o Krug Rosé.
En 2024, Krug celebra la elegancia delicada, la diversidad exquisita y el potencial incomparable de las flores, mientras los chefs de las Embajadas Krug dejan que su creatividad «florezca».
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Esta aventura global de artesanos afines ha sido capturada en un libro de cocina colaborativo que presenta 137 recetas. Profundamente arraigado en la historia de Krug, Joseph Krug II, nieto del fundador de la Maison, tenía una predilección por las rosas, cuya fragancia le cautivó en un viaje a la India en 1891. Compartió esta pasión con su padre, Paul I Krug, y ambos eran conocidos por pasar horas en sus herbarios, recolectando, estudiando y secando flores de todo el mundo.
Más allá de su vibrante gama de colores, las flores abren nuevas puertas para la creatividad culinaria: pueden ser infusionadas, secadas, servidas frescas, cocinadas o convertidas en sales. Desde el sabor yodado de la borraja hasta el deliciosamente amargo diente de león, el florido y cítrico saúco, y la capuchina, este espectro caleidoscópico de flores picantes es tan diverso como delicioso. Un campo de creatividad donde crece la inspiración.
Desde julio y hasta octubre, la comunidad de embajadas y Krug lovers ofrecerán en sus restaurantes una serie de tapas para maridar con Krug Grande Cuvée 172ème Édition y Krug Rosé 28ème Édition. Los establecimientos participantes son Lasarte, Catalina, Amar, Casamar, Roostiq, Estimar, Ugo Chan, El Portal, Llisa Negra, Andreu Genestra Restaurant, Leña, Marbella Club e Ibiza Gran Hotel.
La Maison fue fundada en Reims en 1843 por Joseph Krug, un visionario inconformista con una filosofía intransigente. Habiendo entendido que la verdadera esencia del champagne es el placer en sí mismo, su sueño era elaborar el mejor champagne que pudiera ofrecer, año tras año, sin importar las variaciones climáticas anuales.
Prestar atención cercana al carácter del viñedo, respetar la individualidad de cada parcela y su vino, así como construir una extensa biblioteca de vinos de reserva de muchos años diferentes, permitió a Joseph Krug cumplir su sueño. Seis generaciones de la familia Krug han perpetuado este sueño, enriqueciendo la visión y el savoir-faire del fundador.
