«Es un homenaje a los seres humanos». Así reseña Williams esta colección que está concebida para marcar un antes y un después en el seno de la firma de lujo más cotizada del planeta. Conocido por su creatividad y visión innovadora, el estadounidense logró codificar el diverso caleidoscopio de diseños de Louis Vuitton dentro de una narrativa accesible y comprensible.
El objetivo es crear moda y elevarla. La visión es integrar al diseño actual, el patrimonio histórico de la casa, presentando un presente innovador, abierto para dar vida a un futuro sin barreras entre los humanos.
Cada pieza de la colección contaba una historia, eliminando la necesidad de códigos ocultos para entender su significado. Esta accesibilidad, combinada con la sofisticación de los diseños, permite a la audiencia conectar con cada prenda presentada.
El cuero es el material estrella. Predominan los trajes, las prendas de punto y pantalones anchos que aportan comodidad, junto a los tradicionales bolsos y maletas de la firma. Es de destacar que los accesorios adquieren especial protagonismo y se pueden analizar de forma separada como una colección no complementaria sino principal.
El show contó con la presencia de los baúles míticos de Louis Vuitton. Estas joyas dignas de colección, las realizan artesanos a mano en Asnières sur Seine, localidad limítrofe con París. Siguiendo los parámetros y estándares de calidad y diseño fijados desde que la firma fue fundada en 1854.