En el corazón de Barcelona, donde el ajetreo urbano domina la escena, se encuentra un lugar que desafía las expectativas. Bosco de Lobos es un refugio donde la naturaleza se encuentra con la gastronomía en perfecta armonía. Este espacio único, creado por el Grupo Tragaluz y liderado por Tomás Tarruella y su equipo, se ha convertido en un oasis gastronómico que transporta a los comensales a un entorno de calma, rodeado de un frondoso «bosque» que parece haberse colado entre los edificios.
La propuesta de Bosco de Lobos se basa en la tradición de la cocina italiana, apostando por sabores auténticos y platos que destacan por su sencillez bien ejecutada. En su carta, ensaladas vibrantes, pastas caseras y pizzas romanas finas y crujientes se combinan para ofrecer una experiencia que celebra el placer de comer bien. Este otoño, sin embargo, las verdaderas protagonistas son las setas, que inspiran una serie de platos especiales diseñados para rendir homenaje a la estación y sus ingredientes más emblemáticos.
Comer en Bosco de Lobos es más que disfrutar de un buen plato, es reconectar con la naturaleza en un entorno diseñado para el disfrute.
El chef Matteo Spinelli, originario de Cosenza, ha creado una selección que sublima la versatilidad de las setas con propuestas como el Carpaccio caliente de boletus con guanciale, los Fetuccine con rebozuelos y parmesano, o el Salteado de níscalos con burrata, piñones y hojas de pino. Estos platos, disponibles durante noviembre, destacan por su sabor y por la riqueza sensorial que aportan al menú.
Parte de la magia y rareza de las setas radica en que para conseguirlas hay que lanzarse a la aventura de recolectarlas en los bosques y se debe estar seguro de identificar correctamente las especies comestibles ya que, aunque hay más de 3.000 variedades, no todas se pueden consumir. Su origen natural y delicado las convierte en un ingrediente versátil en la cocina para platos equilibrados y nutritivos, añadiendo profundidad y sabor.
Este enclave en plena Diagonal de Barcelona es un recordatorio de que, incluso en medio de la ciudad, se puede encontrar un rincón para respirar, desconectar y, sobre todo, saborear.
La corta temporada de estos delicados sabores del bosque va de mediados de septiembre a mediados de noviembre y su producción está sujeta a factores naturales tales como la altura, la humedad, la temperatura suelo y el tipo de bosque que las rodean (bosques de robles, encino o pino, por ejemplo.)
Bosco de Lobos va más allá de lo gastronómico. Su diseño, a cargo de Francesc Rifé Studio, transforma el espacio en un lugar minimalista y moderno, donde materiales como la madera y la arena prensada refuerzan la conexión con la naturaleza. Con una terraza de 600 metros cuadrados convertida en un bosque gracias al trabajo de los paisajistas Pepote Comella y Mauricio Ramírez, el restaurante invita a los comensales a disfrutar de una experiencia multisensorial. En el interior, la cocina abierta se convierte en un espectáculo visual, mientras las piezas de arte contemporáneo que decoran el espacio añaden un toque de sofisticación.