martes, febrero 11, 2025
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    Carolina Herrera FW25: tradición y modernidad en uno de los shows más esperados de la NYFW

    La firma que pertenece al al holding catalán Puig celebró en la NYFW su fashion show rodeada de rostros conocidos a nivel mundial. La localización, el Solow Building en su planta 48, con vistas invernales de Central Park, fue el vivo reflejo del glamour característico con el que Wes Wordon conecta moda, diseño y su impronta citizen & luxury.

    Instalación floral inspirada en «Being There» y resiliencia estética refinada con cortes clásicos toques contemporáneos. Así podríamos resumir la colección con la que Carolina Herrera vuelve a ser una de las firmas más notorias de la New York Fashion Week. El evento se presentó en un ecuentro exclusivo en el piso 48 del Solow Building. Con el impresionante skyline nevado de Central Park como telón de fondo, el desfile resaltó la fusión entre la elegancia atemporal y una visión moderna y audaz.

    Bajo la dirección creativa de Wes Gordon, el espectáculo se desarrolló en un ambiente sofisticado y elevado, tanto literal como estilísticamente. La colección, que rinde homenaje a la herencia de la casa, incorpora elementos que demuestran una clara evolución hacia un diseño más fresco y juvenil. Esta dualidad se plasma en cada prenda, donde el detalle y la tradición se mezclan con una estética renovada.

    Uno de los momentos más impactantes del desfile fue la instalación floral, compuesta por 3.000 ranúnculos de un vibrante rojo cereza. Inspirada en la película Being There (1979), esta obra de arte visual simboliza los temas de resiliencia y renovación, conceptos que guían la propuesta de Gordon. 

    La fuerza de la instalación se integró de manera orgánica al ambiente del evento, reforzando la narrativa de una marca que, sin perder sus raíces, se reinventa para adaptarse a nuevas generaciones. Los motivos florales, elemento constante en la identidad de Carolina Herrera, se reflejaron a lo largo de la colección a través de impresiones, jacquards y accesorios.

    Entre ellos destacan los broches dorados y una escultura floral aplicada en la línea de cintura de unos elegantes pantalones negros. Estos detalles aportan un toque de vitalidad y sofisticación que caracteriza el sello inconfundible de la firma. La propuesta también se distingue por el manejo innovador de las siluetas. En la pasarela se observaron chaquetas a rayas, recortadas al nivel del abdomen, que aportaron una visión fresca a un clásico atemporal.

    Asimismo, se combinaron faldas largas con tops tipo bandeau y se reimaginó la icónica camisa blanca de la casa, ahora en una versión oversize con corte de túnica, acompañada de faldas con delicados detalles en encaje tipo jaula. Esta mezcla de elementos tradicionales y modernos evidencia la capacidad de la marca para mantener su esencia mientras se adapta a las tendencias actuales.

    Aunque algunos conjuntos de sastrería adoptaron un estilo más clásico, la colección en general destacó por una refinada sensualidad. Cada prenda se caracteriza por un balance entre lo estructurado y lo fluido, lo formal y lo romántico.

    La atención al detalle es palpable en la selección de materiales y en la confección, lo que subraya el compromiso de Carolina Herrera con la calidad y el lujo. El resultado es una línea que celebra la sofisticación sin renunciar a la frescura y al dinamismo del diseño contemporáneo.

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