Barcelona nunca deja de sorprendernos con nuevas propuestas gastronómicas que mezclan autenticidad y desenfado, pero pocas consiguen capturar la esencia de una casa de comidas con el carácter y la calidez con los que aterriza Casa Pepi en El Clot. De la mano de los creadores de Bar Pimentel, este nuevo espacio rinde homenaje a la cocina tradicional desde una óptica sin pretensiones, pero con un dominio absoluto del buen producto y la hospitalidad.
Nada más cruzar la puerta, la declaración de intenciones es rotunda: un neón en la entrada proclama un contundente “SÍ A TODO”, dejando claro que aquí no hay medias tintas. Casa Pepi nace con la vocación de ser ese lugar en el que los clientes se sientan mejor que en casa, con una carta que encarna la máxima “Comida Casera, Buen Servicio y Ambiente Familiar”.

Ubicado en la C/ Sequia Comptal, en pleno corazón de El Clot, el restaurante no solo busca conquistar a los vecinos del barrio, sino también a todos aquellos barceloneses que aprecian la gastronomía de siempre, sin artificios pero con una ejecución impecable. Y es que, si algo tiene Casa Pepi, es carácter.
Un viaje gastronómico por la tradición con toques castizos y catalanes
La carta es un viaje sensorial por esos sabores de la infancia que nunca fallan. Gildas, croquetas caseras –con combinaciones como cecina, queso y cebolla caramelizada, o gambón con pollo de corral–, ensaladilla rusa con piparras y picos de Jerez, huevos rellenos de atún o la emblemática bomba de carne con alioli conviven con platos profundamente arraigados en la tradición catalana como la coca de recapte con butifarra y escalivada o el bacalao con sanfaina. Y, para los que buscan bocados con un punto más castizo, hay callos en versión “Pepi”, albóndigas con setas y chistorra a la sidra, demostrando que lo clásico nunca pasa de moda.

Las tortillas, pilar de cualquier casa de comidas que se precie, tienen un papel protagonista con opciones como la de bacalao y piparras o una versión abierta con morcilla, piñones y más piparras para un toque vibrante. Pero si hay algo que marca la diferencia en la propuesta, son sus guiños al mar y la montaña: zamburiñas con tomate confitado, tartar de corvina con emulsión de escabeche, carré de cordero con gratén de patata o incluso una sorprendente oreja frita con romesco. Un festín de bocados que apelan a la nostalgia sin renunciar a una ejecución precisa y cuidada.
Un espacio acogedor con alma de casa de comidas y estética vibrante
En el apartado dulce, la selección de postres es un tributo a la repostería de siempre. Torrijas, crema catalana, tocinillo de cielo y un arroz con leche que, en su sencillez, se convierte en el broche perfecto para una experiencia gastronómica sin fisuras.

El viaje sensorial no se limita a los sabores, sino que se extiende a cada rincón del local. Casa Pepi es un homenaje a la estética kitsch, con una decoración que remite a la calidez de los salones de antaño, salpicada de guiños a un imaginario que bien podría haber salido de una película de Almodóvar. Verde botella, rojo carmesí, cuadros con mensajes pintorescos, azulejos con patrones divertidos y un jardín interior que evoca los patios andaluces crean una atmósfera única, cálida y deliciosamente excéntrica.
Barcelona suma un nuevo imprescindible para los amantes de la buena mesa y el buen ambiente. Un lugar donde la tradición se despoja de solemnidad para convertirse en una celebración de la cocina casera, el disfrute sin etiquetas y la calidez de los pequeños grandes placeres. Porque, como bien reza su entrada, aquí el único camino es decir sí a todo.
