En el corazón de Barcelona, en ese hermoso Passatge de la Concepció que conecta la sofisticación del Passeig de Gràcia con el encanto de Rambla Catalunya, El Japonés se mantiene imperturbable al paso del tiempo, con la naturalidad de quien sabe que lo suyo es ya parte del paisaje emocional de la ciudad.
En este privilegiado escenario, lleva más de 25 años marcando el ritmo de la gastronomía nipona en Barcelona, reinventándose al cabo del tiempo pero sin perder un gramo de autenticidad. Taberna japonesa sí, pero con el pulso contemporáneo que define al Grupo Tragaluz.

El espacio —moderno, versátil y elegante— te acoge con la calidez de una iluminación que roza la piel, con texturas de madera natural y ese mural en origami firmado por Studio Sawada design que invita a mirar hacia arriba, como si uno entrara en una calma suspendida.
Pero es en la barra donde todo cobra sentido: los sushimen trabajan con precisión hipnótica, creando pequeñas obras maestras como el Nigiri crujiente de atún rojo sobre galleta de arroz, o el Ebi nigiri soasado, que es puro equilibrio entre lo delicado y lo intenso.
La carta, generosa y bien estructurada, se reparte entre teppanyaki, wok, hosomakis, nigiris, uramakis y especialidades de la casa. Hay hits indiscutibles como el bacalao negro caramelizado con miso —tierna melancolía en cada bocado—, el ceviche de corvina con leche de tigre de kimchi y jalapeño fresco, o el Salmon Spicy Mango Roll, que combina lo jugoso, lo cítrico y ese punto de fuego que hace que quieras otro al instante.

Y si eres de los que se dejan tentar, el okonomiyaki es un sí rotundo: una especie de pizza japonesa con bacon, katsuobushi y aonori que lo mismo apetece a las tres de la tarde que a las once de la noche.
Porque sí, ahora El Japonés ha extendido su horario: de jueves a domingo abre cocina desde la una del mediodía hasta la medianoche. Un lujo para quienes viven la ciudad a su ritmo y no quieren ver el reloj cuando se trata de comer bien. Da igual si te apetece una comida tardía, una cena sin prisas o un picoteo nocturno: aquí te esperan con la misma sonrisa.

Mención especial merece el personal de sala, por cierto, de esos que saben estar sin agobiar, que conocen la carta y que te hacen sentir cuidado en todo momento. No es frecuente encontrar una atención tan natural y eficaz.
Y si la noche se alarga —porque Barcelona siempre invita—, los jueves y y viernes desde las 20h la experiencia se sublima con sesiones de DJ en directo. Cocteles como el Lychee Sour o el Tokyo Mule en mano, la atmósfera se transforma: deep house, electrónica jazzy, reminiscencias de Detroit o house de Chicago crean un ambiente tan estimulante como el primer sorbo de un buen sake. Los DJs residentes, y en ocasiones talentos japoneses invitados, se encargan de que cada noche tenga su propio tempo.

El Japonés es una forma de entender la vida urbana con estética, sabor y sentido del ritmo. Un imprescindible de Barcelona que sigue marcando tendencia.