Basta cruzar el umbral del número 5 del Passatge de Marimon para dejar atrás el ritmo apurado de la Diagonal y entrar en otra dimensión. Una puerta discreta —compartida con el tercer Parking Pizza de la ciudad— y un hilo musical de fondo que invita a relajarse, marcan el inicio de un recorrido descendente. Tras unas escaleras, una cortina negra y un ligero cambio de luz, el visitante accede a Parking Sótano, el steak bar del grupo Parking Pizza, concebido como un refugio subterráneo donde las brasas son protagonistas absolutas.
El espacio, de estética industrial y detalles cuidados, combina madera rústica, metal oscuro y una iluminación baja que focaliza sobre las mesas. Hay algo de club clandestino, pero también de taller gastronómico. La cocina, completamente abierta, se despliega al fondo como un escenario. Desde allí, el equipo trabaja en directo: corta, emplata y cocina con precisión, añadiendo un componente performativo a la experiencia.

El ambiente es sorprendentemente animado incluso entre semana. Lejos de ser un lugar silencioso o pretencioso, Parking Sótano se presenta con un tono distendido, moderno, sin perder su elegancia funcional. Los taburetes, los mismos ya reconocibles de Parking Pizza, incorporan un espacio para guardar el abrigo o el bolso, liberando al comensal y permitiendo que los cinco sentidos se concentren en la comida.
La carta mantiene una estructura breve, bien pensada, que gira en torno a los cortes nobles de carne. El entrecot de Galicia de 500 gramos, pensado para compartir, continúa siendo el corazón de la propuesta, aunque ahora convive con nuevas incorporaciones como el solomillo de ternera fileteado o el steak tartar de ternera gallega.

Como entrantes, destacan el pan de masa madre a la brasa con mantequilla ahumada —que ya se ha convertido en emblema de la casa—, el queso extremeño de leche cruda de oveja fundido al horno, el aguacate a la brasa con tartar de tomate y la cecina de ternera Black Angus.
La selección de acompañamientos refuerza la identidad del lugar: productos sencillos, bien trabajados y pensados para realzar la carne sin competir con ella. Alcachofas a la brasa con mantequilla y sal ahumada, parmentier de chirivía y patata, corazones de lechuga con vinagreta de lima, lechuga francesa con nueces y vinagreta césar, Parmentier patata y chirivía, o la patata de gratén, puerro, gruyere y tomillo, entre otros. Las salsas —Bearnesa, Café de París, queso azul o chimichurri— permiten ajustar el sabor a gusto del comensal sin romper la armonía del plato.

El apartado dulce incluye clásicos como la tarta de queso con frutos rojos, trufas de chocolate al cardamomo o el irresistible sticky toffee. La carta de vinos presenta una cuidada selección de etiquetas nacionales, con opciones por copa o botella. Desde el Només del Empordà o el Legardeta de Navarra, hasta el Cruor del Priorat o El Secreto de María de Ribera del Duero, todos maridan con propiedad la potencia de las brasas.
Una de las grandes novedades de la temporada es la incorporación de un menú diario que condensa la esencia del local en una fórmula más accesible. Incluye un bowl de verdes, un principal a escoger entre milanesa de pallarda, hamburguesa o solomillo, un acompañamiento y un postre o café. También incluye agua o copa de vino.

Para quienes prefieren trasladar la experiencia a casa, Parking Sótano lanza su propuesta de delivery, con recetas que mantienen el espíritu del local: hamburguesas de ternera gallega a la leña con comté y pepinillos encurtidos, pepito de solomillo con mayonesa tártara o un sándwich planchado de cuatro quesos con puerro y tomillo, entre otros.
Con esta propuesta, el grupo Parking Pizza da un paso más allá sin perder la frescura y el estilo directo que lo caracteriza. Parking Sótano se consolida como un punto de encuentro para los carnívoros más exigentes y un espacio pensado al detalle para ofrecer una experiencia completa. Una celebración del fuego, de los productos sin artificio, y de esa forma de entender la gastronomía que combina precisión, ambiente y honestidad.