Una historia de creatividad, artesanía y vinculación con la realeza británica que sigue conquistando al mundo. Todo comenzó en un elegante Hammam en la londinense Jermyn Street, donde William, inspirado por los aromas envolventes de los baños turcos, creó su primera fragancia: Hammam Bouquet, un perfume exótico e inédito para la época que, aún hoy, sigue siendo un emblema de la marca. Su distintiva botella con forma de petaca, tapón redondo y cuello con lazo es parte del ADN visual de Penhaligon’s, y símbolo de su exquisito cuidado por los detalles.
A lo largo de su historia, Penhaligon’s ha conquistado narices exigentes, y también corazones reales. En 1903 recibió su primer Royal Warrant de manos de la Reina Alexandra (reina consorte del Reino Unido), un honor que se ha repetido a lo largo de las décadas con el Duque de Edimburgo en 1956, el Príncipe de Gales (actual Rey Carlos III) en los años 80, y, más recientemente, con la cuarta distinción otorgada por el Rey Carlos III tras su ascenso al trono. Un reconocimiento que consolida a Penhaligon’s como uno de los nombres más prestigiosos dentro de la perfumería de lujo.
Desde 2015, bajo el ala de Puig, el sello ha reforzado su posición en el universo de las fragancias nicho, sin perder su alma provocadora y su pasión por la narrativa olfativa. Ejemplo de ello es la colección Portraits, lanzada en 2016, una serie de perfumes teatrales y excéntricos que retratan personajes aristocráticos a través de aromas únicos y frascos coronados por cabezas de animales en metal, como The Inimitable William Penhaligon, homenaje al fundador.
“Desde los vapores de un Hammam londinense hasta las cortes reales, Penhaligon’s ha sabido evolucionar sin renunciar a su esencia. Estos 155 años son una oda al arte, a la herencia británica y a la imaginación sin límites”, afirman desde la casa. Hoy, Penhaligon’s continúa su odisea perfumada celebrando sus icónicas creaciones, y también su influencia cultural, su maestría en el diseño y su capacidad para reinventarse sin perder su espíritu. 155 años después, la marca sigue demostrando que el verdadero lujo es atemporal.
