Desde los jardines de Versalles, Simon Porte Jacquemus presentó Le Paysan, una colección que se lee como un relato íntimo bordado en tejidos nobles y memorias de infancia. Bajo el monumental marco de l’Orangerie, el desfile —celebrado en el cierre de la Semana de la Moda Masculina de París— se convirtió en un viaje emocional hacia las raíces del diseñador: la Provenza, el campo, la sencillez y la belleza callada de lo esencial.
La propuesta osciló entre la precisión arquitectónica y la ligereza emocional. Vestidos en popelín blanco con pliegues monumentales convivieron con prendas de crochet que evocaban las mantelerías heredadas, las tardes lentas, el calor de los recuerdos. Uno de los momentos más conmovedores llegó con un diseño largo, tejido a mano, que abrazaba el cuerpo para luego disolverse en una caída casi espiritual. Otro look, con mangas murciélago y volumen controlado, parecía capturar el viento en plena danza.
El diseñador habló de un viaje autobiográfico, una progresión que comienza con la tranquilidad rural, vestida en lino y neutros empolvados, y que evoluciona hacia una explosión de color, rayas, bordados y estampados.
En palabras del propio Jacquemus: “Quiero crear un relato que empiece suave, mínimo, con el lino como base, y que florezca poco a poco hasta llegar a una fantasía que roza la alta costura.”
El menswear, lejos de ser secundario, brilló con una elegancia rústica y depurada. Destacaron chaquetas recortadas, pantalones de lino fluido y sastrería precisa, acompañados por bolsos de mano en tonos verdes que parecían arrancados directamente del paisaje. La paleta cromática, compuesta por blancos cremosos, verdes salvia, amarillos pálidos y toques de negro, consolidó el equilibrio entre lo nostálgico y lo sofisticado.
Entre los materiales más inesperados de la propuesta apareció el cuero, tratado con suavidad para adaptarse al espíritu estival de la colección. Esta elección —inusual para una colección de verano— reveló la intención de Jacquemus de romper expectativas sin perder coherencia estética. El cuero se volvió casi ligero, casi etéreo.
Cada detalle hablaba de un deseo de pertenencia, de conexión profunda con la tierra y con los orígenes. Sin renunciar a la fantasía que define a la marca, Le Paysan mostró una madurez serena, una mirada más introspectiva que se aleja del espectáculo por el espectáculo. En lugar de ruido, Jacquemus ofreció poesía visual.
Con esta colección, Simon Porte Jacquemus consolida una voz propia dentro del panorama internacional, alejada del artificio y centrada en lo emocional. Le Paysan es más que una línea de moda: es un manifiesto silencioso sobre la identidad, la pertenencia y el arte de volver a casa con estilo.