En pleno corazón del Born, junto a la majestuosa Santa María del Mar, ha abierto sus puertas Sucre Cremat, un pequeño local que rinde homenaje a uno de los grandes símbolos de la gastronomía catalana: la crema catalana. Una receta que ha sobrevivido al paso de los siglos y que ahora se reinterpreta en formato moderno, directo y “para llevar”, pensada tanto para locales como para visitantes que buscan saborear un pedazo de tradición en plena Barcelona.
El espacio, inaugurado este julio en la calle Canvis Vells, número 2, ofrece únicamente tarros de crema catalana de 150ml, preparados al momento para mantener intacta la experiencia de romper con la cucharilla la superficie de azúcar recién caramelizado. El olor a caramelo tostado invade la calle, convirtiéndose en un reclamo sensorial para los transeúntes del barrio.

La iniciativa nace de Mario Quintero y Sofía Fortuna, un brasileño y una portuguesa que encontraron en Barcelona su lugar de residencia y su fuente de inspiración. Con raíces familiares en el mismo Born, Mario cierra así un círculo personal y emocional con la apertura de Sucre Cremat. Tras años en el sector hostelero de la ciudad, decidieron dar vida a un proyecto propio, íntimo y auténtico. Su propósito: explicar la cultura culinaria catalana a través de un icono tan universal como la crema catalana, y hacerlo de manera accesible, atractiva y con un fuerte compromiso con el producto local.
En Sucre Cremat, cada detalle refuerza esa filosofía. Los carquinyolis provienen de El Cobo (Tarragona), el café de especialidad de Cafès La Finca, la cerámica de Regàs (Sant Celoni), y los ingredientes básicos como la leche, la nata o los huevos, de productores catalanes como Llet Nostra u Ous de l’Estany. Una apuesta clara por la proximidad y por dar visibilidad a elaboradores de la región.

La ambición de Sofía y Mario es que la experiencia de Sucre Cremat se convierta en un referente cultural y gastronómico de Barcelona, equiparable al ritual de visitar Lisboa y probar un Pastel de Belém. “Nos gustaría que ningún visitante se fuera de la ciudad sin probar una crema catalana aquí”, nos explica Sofía, convencida de que este postre tiene el potencial de convertirse en un emblema internacional al nivel de otros grandes clásicos europeos.
Más allá de la tienda, el proyecto conecta con la historia de la receta. Desde su primera mención en el Llibre de Sent Soví (siglo XIV) hasta su consolidación en el siglo XVIII con el nombre de “crema de Sant Josep” y la incorporación de su característica capa de azúcar quemado, la crema catalana ha sido siempre parte de la identidad culinaria del territorio. Una tradición con siglos de vida que ahora encuentra en Sucre Cremat un nuevo escaparate, fresco y contemporáneo, desde el que conquistar a una nueva generación de paladares.
