Desde su fundación como casa de comidas en 1903, coincidiendo con la inauguración del funicular del Tibidabo, La Venta ha sido mucho más que un restaurante. Situado en la emblemática Plaça del Doctor Andreu, en la cima de la Avenida Tibidabo —flanqueada por las históricas torres de la burguesía catalana de finales del siglo XIX—, este enclave privilegiado se convirtió desde sus orígenes en parada natural de carruajes y viajeros. Hoy, sigue siendo un referente indiscutible de la gastronomía catalana en Barcelona.
Fiel a la esencia de la cocina mediterránea, La Venta basa su propuesta en producto de proximidad, respeto absoluto por la materia prima y recetas que combinan tradición y sensibilidad contemporánea. Aquí, cocinar no es un gesto automático: es un oficio que se vive con rigor, exigencia y una profunda vocación de servicio. Cada plato es una declaración de principios donde el sabor auténtico y la elaboración cuidada marcan el ritmo de una experiencia que va mucho más allá del acto de comer.

Los espacios de La Venta conservan el encanto de una casa con memoria: comedores centenarios, terrazas climatizadas y un Mirador espectacular con las mejores vistas de Barcelona, una auténtica postal viva de la ciudad a los pies del comensal. Cada rincón está pensado para compartir, conversar y disfrutar del tiempo sin prisas, ya sea en una celebración íntima o en un gran evento.
Actualmente dirigido por Lluís Vinyes y su hijo, el restaurante mantiene intacto el espíritu de una tradición gastronómica centenaria. La clientela que cruza sus puertas lo hace buscando lo sensato y lo plausible, lejos de artificios innecesarios: personas que aman la cocina bien hecha, el respeto por la naturaleza y la verdad del producto.

Con motivo de su 75º aniversario como restaurante, La Venta refuerza su propuesta para las fiestas con un servicio especial de Navidad para llevar, pensado para quienes desean disfrutar en casa de su cocina con el mismo espíritu que se vive en el restaurante. Disponible los días 24, 25 y 26 de diciembre, incluye clásicos imprescindibles como los canelones de La Venta, la escudella con galets y pilota, un suquet de rape con gambas de Arenys, pularda con trufa o un elegante filete Wellington.
La noche de Fin de Año se convierte en una experiencia culinaria completa: foie gras caramelizado, salmón salvaje marinado, jamón ibérico de bellota DO Guijuelo, coca de hojaldre con escalivada y anchoa del Cantábrico, erizo gratinado, salpicón de vieira y un refinado lubina con beurre blanc de champagne y caviar. El recorrido culmina con un turnedó de ternera con foie y trufa, y un final dulce con soufflé helado de piñones garrapiñados, turrones y copa de cava para recibir el 2026 con Barcelona iluminando el horizonte.




