En Casanova 134, rodeado de energía urbana y nuevos templos gastronómicos, SURU propone justo lo contrario al ruido exterior: intención, silencio y precisión. Tras una luz roja sin nombre, se abre un espacio donde todo está pensado para el comensal. Desde el primer saludo de Gemma López, la experiencia se adapta a quien cruza la puerta. Aquí no hay menús rígidos: hay escucha, sensibilidad y hospitalidad en estado puro.
El nombre lo resume todo. Suru significa “hacer” en japonés, y ese verbo articula cada decisión del proyecto. Cocina, vino y sala avanzan al mismo nivel, sin jerarquías. Nada sobra. Nada se fuerza. Todo suma.

Con solo 29 años, Gemma López es el alma invisible de SURU. Formada en arte y diseño, ha trasladado esa sensibilidad a una forma de dirigir la sala basada en el cuidado real. Desde la gestión diaria hasta los postres, la música o el ritmo del servicio, Gemma orquesta el restaurante con una naturalidad que desarma. El comensal se siente atendido sin saber por qué, y ese es, quizá, el mayor logro.
En un sector marcado por el ego, Gemma encarna una nueva manera de liderar: humana, transversal y silenciosamente brillante.

En cocina, Carles Morote (Charly) construye una propuesta profundamente personal. Formado en Hofmann y con experiencia en casas como Carles Gaig o Gresca, cocina sin olfato desde nacimiento, pero con un paladar y una intuición que sorprenden por su profundidad.
La carta habla de producto, temporada y fuego. Aparecen platos como la ostra Guillardeau nº2 con ajoblanco, el pescado curado con vinagreta de lechuga y macha, o los delicados raviolis de remolacha rellenos de mató y pistacho con vinagreta de lima, miel y miso. Las verduras de Can Fisas brillan en propuestas como el cogollo a la brasa con hummus de piñones, lima, ostras y torreznos de pollo, mientras que el otoño se expresa en platos como los boletus confitados con tuétano y caldo de estación.

El pollo, eje casi conceptual de la casa, se despliega en distintos yakitoris: desde la piel crujiente con tartar de gamba, pasando por el ala glaseada, hasta el corazón de pollo con shichimi, pequeñas piezas que demuestran cómo un mismo animal puede ofrecer infinitos registros. El contramuslo de La Cajola relleno de butifarra del Perol y espinacas a la catalana es ya uno de esos platos que se recuerdan.
El tercer socio, Sergi Puig, firma una de las cartas de vino más coherentes del momento. Antiguo cocinero y ex El Bulli, Sergi selecciona vinos de mínima intervención y productores con discurso, alejados de la moda y cercanos a la verdad. Una dedicación reconocida con premios como Star Wine List of the Year – Best Short List Spain 2025 y Best Short List – International Open 2024.

Un restaurante donde el cuidado, el silencio y el oficio pesan tanto como lo que llega al plato
SURU no tiene cartel, pero sí propósito. Es lo que ocurre cuando tres personas con talento deciden crear un espacio donde lo invisible —el cuidado, el detalle, la intención— se convierte en lo más valioso. En una Barcelona acelerada, SURU ofrece pausa, profundidad y sentido. Y eso, hoy, es un lujo.



