A las diez en punto de una mañana lluviosa en París, las puertas del Petit Palais se abrieron para revelar uno de los desfiles más esperados de la temporada: Back to the Future, la nueva colección de Alta Costura Otoño-Invierno 2025/26 firmada por Daniel Roseberry para Schiaparelli. Con esta propuesta, el diseñador norteamericano ratificó su dominio del lenguaje de lo imposible, hilando una narrativa que conecta el imaginario original de Elsa Schiaparelli con un presente vibrante, eléctrico y profundamente simbólico.
La colección se articula sobre cuatro colores cardinales —blanco, negro, rojo y plata— que actúan como pilares visuales de una propuesta dramática, elevada y cargada de tensiones. Cascadas de volantes, bustiers que evocan sillas de montar texanas, capas monumentales y trajes que parecen armaduras modernistas dominaron una pasarela donde la alta costura se confunde con la performance. Roseberry no busca complacer, busca emocionar. Cada look es una interrupción en el tiempo, una escena congelada de una película aún sin guion.
Inspirada en la decisión de Elsa Schiaparelli de abandonar París en 1940, Back to the Future plantea una paradoja temporal que explora la nostalgia sin caer en la repetición. Uno de los momentos más memorables del desfile fue la reinterpretación del cape Apollo of Versailles, una pieza diseñada por Schiaparelli en 1938, que aquí renace con nuevas proporciones y una lectura más cósmica que clásica. Los guiños al surrealismo —tan consustancial a la maison— se manifiestan en siluetas imposibles, motivos en forma de estrella, lentejuelas orbitando el cuerpo y tejidos que parecen flotar.
Lejos de la idea de belleza complaciente, Roseberry apuesta por una “visión eléctrica”, una tensión visual que rechaza la pasividad del espectador. Como él mismo confesó tras bambalinas, este trabajo representa el cierre de una trilogía (junto a las colecciones Phoenix e Icarus) y marca el inicio de un nuevo método creativo más intuitivo, más abierto a la transformación constante.
En esta colección, la historia se convierte en materia prima: no como excusa para el fetichismo de archivo, sino como provocación para imaginar futuros posibles sin pantallas, sin algoritmos y sin fórmulas prefabricadas. Así lo deja claro en sus notas del desfile, donde propone una realidad sin IA, donde las manos humanas vuelven a ser protagonistas de cada puntada.
Roseberry no teme al exceso, pero lo maneja con disciplina. Y es precisamente esa combinación de riesgo controlado, impacto visual y herencia renovada la que ha colocado a Schiaparelli en el centro del mapa de la alta costura contemporánea. Back to the Future no solo celebra el pasado de la maison, lo proyecta hacia un mañana inquietante, visionario y profundamente humano.