Hay lugares que no solo se habitan, se viven. Y en Barcelona, una ciudad donde el diseño, la historia y la vanguardia conviven en equilibrio delicado, hay un secreto que empieza a revelarse con nueva fuerza: el Hotel Miramar Barcelona. Con una ubicación privilegiada sobre Montjuïc y vistas que cortan la respiración al Mediterráneo, el Miramar se está reinventando. Y lo está haciendo con ambición, con elegancia y con esa dosis de carácter que solo poseen los clásicos destinados a renacer.
El emblemático edificio, testigo de la Exposición Universal de 1929 y antigua sede de los míticos Estudios Miramar de TVE, ha comenzado una reforma integral de la mano de Atom Hoteles Socimi, la sociedad de GMA y Bankinter. El objetivo no es menor: convertirlo en el nuevo icono del lujo urbano de la ciudad. Pero no se trata de cualquier lujo. Aquí, el lujo se entiende como experiencia. Como una suma de detalles capaces de emocionar.
La propuesta es rotunda: historia, diseño, bienestar y alta gastronomía reunidos en un resort urbano que parece suspendido entre el pasado y el futuro. Desde las amenities de Natura Bissé hasta la lencería de algodón egipcio firmada por Bassols, pasando por un spa exclusivo, un hair spa único en la ciudad, y un gimnasio 24h con la última tecnología de Technogym, todo respira sofisticación, sin alardes ni estridencias.
El rediseño de las áreas comunes y del Pool Club, con mobiliario de Patricia Urquiola y piezas de Kettal, avanza con la clara intención de crear espacios que inviten al sosiego y a la contemplación. Porque aquí no se corre, se disfruta. Y eso incluye, por supuesto, el capítulo gastronómico: el restaurante Studio ofrecerá una cocina contemporánea y cuidada, mientras que las celebraciones privadas llevarán la firma del chef Nando Jubany, referencia imprescindible en la alta cocina catalana.
El nuevo Miramar también tendrá su propio speakeasy, un espacio íntimo y sofisticado para quienes saben que los mejores momentos suceden lejos de los focos. Cocteles de autor, música bien seleccionada, y ese ambiente de discreción que no necesita presentación.
Pero lo que realmente diferencia al Miramar es su apuesta por el arte y la cultura. Exposiciones temporales, intervenciones creativas y diálogos con el edificio y su historia convertirán al hotel en mucho más que un alojamiento: será una plataforma para el talento artístico de la ciudad y un lugar de encuentro para quienes buscan algo más que un sitio donde dormir.
Barcelona recupera así una de sus joyas arquitectónicas y emocionales. Y lo hace con estilo, con respeto por el pasado y con una mirada audaz hacia el futuro. El nuevo hotel Miramar Barcelona es el regreso de un icono. Y todo apunta a que su mejor capítulo está a punto de comenzar.
