BCN Fashion. (BARCELONA FASHION PRESS®).- Madonna demostró ayer porqué sigue siendo la reina indiscutible del mundo de la música. Aunque es cierto que estuvo menos acrobática que en otras ocasiones, su espectáculo fue todo un derroche de pura energía con una puesta en escena inmejorable que hizo las delicias de los 16.000 asistentes que vinieron de toda España y de parte del mundo (entre los que destacaban franceses y rusos).
El concierto empezó con hora y cuarto de retraso debido a los estrictos controles de seguridad y registros previos a la entrada del Palau Sant Jordi. Una noche la de ayer demasiada fría para lo que estamos acostumbrados en Barcelona. Pero nada de esto empañó lo realmente importante: ver a la gran diva encima del escenario.
Una ocasión única en la que Madonna habló con el público de forma totalmente improvisada en castellano y demostró que estuvo totalmente entregada a sus fans, como cuando lanzó su ramo de novia al público y le dijo al afortunado que no se podía casar con ella porque éste tenía novio. O cuando un fan quería regalarle un anillo: la diva le preguntó si era de diamantes y oro para aceptarlo. Al final lo cogió, y cuando Madonna ya se lo había puesto en el dedo, el chico le dijo que era de su novia. Al final Madonna exclamó lo loco que es el público español y lanzó el anillo al público (no sabemos si su dueño lo recuperó).
En un imponente escenario del que salía una pasarela en forma de cruz con un corazón en su extremo, gran parte del concierto estuvo protagonizado por las canciones de su nuevo álbum «Rebelt Heart», como el «Iconic» y «Bitch I’m Madonna», que abrieron el concierto con guerreros medievales y bailarinas-gueisha.
Sus grandes temas como el sexo, la religión y la mística del escándalo, estuvieron presente toda la noche: cantó el «Holy water» rodeada de monjas «strippers», evocó una santa cena en el escenario, e hizo que sus bailarines mostraran sus «six-packs». Dijo bien alto que «ser previsible es un pecado y yo no quiero pecar.» Y la verdad es que la diva volvió a sorprender.
Al finalizar los conciertos de «Rebelt Heart Tour» la cantante tiene 2 costumbres: sacar al escenario a un invitado sorpresa a bailar al que le azota en el trasero -tal cual- y llevar una bandera del país donde recala el concierto.
Suponemos que para no tomar partida por nadie -ya que el tema de la noche de ayer no iba de política- la diva lució una bandera del Barça, algo que en el concierto pasó desapercibido, ya que había pocos aficionados al fútbol.
En cuanto al famoso que se dejó azotar por la artista fue el modelo Jon Kortajarena, que aunque algo vergonzoso encima del escenario -no debe ser fácil bailar delante de 16.000 personas-, demostró la gran amistad que le une con la reina.
Sin duda, Madonna sigue siendo la grande entre las grandes y reina indiscutible a sus 57 años. El «Rebelt Heart Tour» es un espectáculo de altura indiscutible y con una producción de primera categoría, digno de volver a verlo esta noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
