Casa Luz de Tomás Abellán, ubicado en el ático del hotel del mismo nombre, es un oasis gastronómico del centro de Barcelona, en el número 1 de la Ronda de la Universitat. Un lugar en el que entregarse a un experiencia gastronómica incomparable: las vistas, el espacio, el servicio y la buena música en directo lo han convertido en el espacio más de moda de la ciudad de Barcelona.
Casa Luz ofrece una gastronomía sencilla guiada por la temporada y de un producto de una calidad extraordinaria, que se acompaña de los mejores vinos y de una exquisita carta de coctelería.
Tomás Abellán ha diseñado una carta carta corta y simple en la que todos los platos son la estrella, y que se divide en 4 apartados: HAGASE LA LUZ, LUZ NATURAL, LUZ DIRECTA Y LUZ TENUE.
HAGASE LA LUZ hace referencia a los aperitivos, entre los que podemos encontrar La Gilda casera; El Matrimonio; la Ostra Thierry de Normnadía o las Papas aliñadas con anguila ahumada.
LUZ NATURAL nos abre paso hacia los entrantes: el Tartar de Tomate con mantequilla ahumada; el tiradito de Hamachi, texturas de boniato y maiz frito; la ventresca de atún con aguacate y gengibre; o la golosa Tortilla Trufada que siempre triunfa.
LUZ DIRECTA nos ilumina ya con los principales, entre los que destaca la pesca del día impecablemente hecha a la brasa con puré de céleri, el Saam de cordero ateniense, o el Lomo bajo de Vaca Rubia Gallega de 200gr. al que es imposible resistirse…
Para finalizar, y ya con la LUZ TENUE, el final dulce como colofón: la tarta de queso homenaje La Viña de Donosti, el suave brioche a la plancha con helado, o también se puede elegir entre una gran variedad de helados del vecino Paral-lelo Gelato si nos apetece resfrescarnos.
En cuanto a la carta de vinos, actual y muy fresca, merece mención aparte por su cuidada selección de vinos naturales cuya trazabilidad es clave a la hora de incluirlos en la oferta.
Tomás Abellán ha diseñado una carta carta corta y simple en la que todos los platos son la estrella
El espacio, diseñado por Lázaro Rosa Violán al igual que el resto del hotel cuyo terrado ocupa, ha sido concebido como un apartamento fresco, juvenil y sin pretensiones. La iluminación íntima y la enorme barra te acogen para hacerte sentir como en casa.
La grandiosidad la aportan las espectaculares vistas de la ciudad a través de sus enormes cristaleras en sus dos terrazas al aire libre. La que da a la calle Pelayo, de ambiente selvático, reúne diferentes espacios en un solo: mesas altas contra la barandilla para disfrutar de las vistas, sofás, una mesa compartida gigante para cenas multitudinarias. La terraza del lado de Gran Vía es perfecta para citas más íntimas.
