Tom Ford está de vuelta y lo hace en Europa. Su minimalismo desenfadado y brillante de los años 90, dirigido a los hedonistas de la moda, está en pleno auge justo cuando el propio Ford ha dado un paso atrás. El año pasado, Ford vendió su empresa por 2.800 millones de dólares a Estée Lauder y se retiró de las responsabilidades de diseño.
Sin embargo, en la Semana de la Moda de Milán, el diseñador británico Peter Hawkings, demostró de manera convincente que Tom Ford es una institución de la moda que puede crecer, innovar y emocionar sin el hombre del genuino Tom Ford.
El desfile fue un éxito impecable. Los trajes de pantalón de terciopelo entallados, fueron un elemento clave en el show, y las blusas de seda desabrochadas, revelaban una sensualidad moderna, igual que los escotes infinitos. Las sandalias de tacón de aguja se combinaban con abrigos brillantes con print de cocodrilo, chaquetas safari y vestidos ajustados con cinturones de grandes hebillas. Pese a todo lo anterior, lo más llamativo del desfile fue que todas las modelos desfilaban con gafas de sol en una pasarela escasamente iluminada.
En lo que fue su debut como nuevo director creativo de Tom Ford, Peter Hawkings transmitió su visión fresca y elegante a una marca ya reinventada. Su colección rindió homenaje a los icónicos elementos de la estética de Tom Ford, transportando a los amantes de la moda a una era de sensualidad y estilo renovados. El futuro de la marca está en manos de Hawkings, quien busca mantener la esencia de la enseña mientras la lleva hacia una nueva era de éxito.
